El paso del TvrCas (bus guiado o trolebús, para entendernos) por el paseo Ribalta de Castellón, no lo va a impedir la oposición política, ni los movimientos cívicos, ni las asociaciones conservacionistas, ni las asociaciones de vecinos, ni los informes de la Conselleria de Cultura. Olvídense.
La atrocidad que se dispone a cometer la Conselleria de Infraestructuras con el beneplácito del gobierno municipal de Castellón la van a parar el medio centenar de “petanqueros” que cada tarde se reúne en el paseo Ribalta, junto a la Pérgola, justo en el tramo por el que el ayuntamiento pretende hacer pasar el trolebús. Me lo han dicho ellos mismos una de esas tardes en las que la petanca arremolina a una multitud alrededor de las bolas en apasionantes partidas en las que parece que les vaya incluso la vida. “El autobús tendrá que pasar por encima de mí”, dice uno de los más fervientes entusiastas de esta especie de juego de bochas.
Y en verdad, si se asiste cualquier tarde a presenciar una de estas partidas de petanca, se hace difícil pensar que nadie pueda convertir ese tramo del paseo en un carril de circulación. Se hace difícil pensar que los “petanqueros” accedan a ser desplazados, o a interrumpir una de sus apasionadas partidas para dejar paso al trolebús. Porque como el trolebús les mueva aunque sólo sea un milímetro alguna de sus bolas, se puede armar.
La atrocidad que se dispone a cometer la Conselleria de Infraestructuras con el beneplácito del gobierno municipal de Castellón la van a parar el medio centenar de “petanqueros” que cada tarde se reúne en el paseo Ribalta, junto a la Pérgola, justo en el tramo por el que el ayuntamiento pretende hacer pasar el trolebús. Me lo han dicho ellos mismos una de esas tardes en las que la petanca arremolina a una multitud alrededor de las bolas en apasionantes partidas en las que parece que les vaya incluso la vida. “El autobús tendrá que pasar por encima de mí”, dice uno de los más fervientes entusiastas de esta especie de juego de bochas.
Y en verdad, si se asiste cualquier tarde a presenciar una de estas partidas de petanca, se hace difícil pensar que nadie pueda convertir ese tramo del paseo en un carril de circulación. Se hace difícil pensar que los “petanqueros” accedan a ser desplazados, o a interrumpir una de sus apasionadas partidas para dejar paso al trolebús. Porque como el trolebús les mueva aunque sólo sea un milímetro alguna de sus bolas, se puede armar.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada