Camps no se toma en serio l'Estatut

Sólo me faltaba por ver que el presidente del Consell pretendiera modificar l'Estatut en el bar de la esquina a la salida de las Cortes. Es lo que pasó ayer en la primera comparecencia de Francisco Camps. El presidente no se toma en serio la Carta Magna de los valencianos. La usa como arma arrojadiza y pretexto de sus bravuconadas. Camps ha vuelto a ridiculizar a los valencianos y a sus instituciones en toda España, como acostumbra desde que introdujo su estrafalaria cláusula, carente de toda fuerza legal.

Ya se llevó un tirón de orejas del Tribunal Constitucional, que calificó de extravagante el recurso presentado por la Generalitat contra el Estatuto andaluz. Y aquello que criticó del Estatuto andaluz y que combatió mediante un recurso que puso de los nervios al propio Rajoy, pretende aplicarlo ahora al Estatut valenciano mediante tachones a lápiz en los pasillos del Parlamento.

El Estatut de Autonomía merecería mayor respeto de la primera autoridad valenciana. Existen procedimientos reglados para introducir modificaciones que requieren unos plazos, y sobre todo una reflexión profunda para que dentro de unos meses el PP no vuelva a tener la sensación de haberse quedado corto.

En el trasfondo de esta actitud irreverente percibo, como ya apunté en un comentario anterior, la necesidad del PP de procurarse una válvula de escape ante el desmoronamiento progresivo de los argumentos victimistas y demagógicos que ha estado utilizando hasta ahora. Se le ha terminado la bicoca del AVE, del agua y de la seguridad ciudadana, y por si fuera poco las inversiones que destina ahora el Gobierno a la Comunitat Valenciana en los Presupuestos Generales de 2008 aumentan un 25%, la mayor subida de entre todas las comunidades autónomas. Rotos estos asideros, el PP cae al vacío, y pretende amortiguar el golpe, aunque sea con la befa al Estatut.

Camps juega con la dignidad de los valencianos.